La imaginación vota
¿Cómo la psicología explica la elección de líderes inescrupulosos por ciudadanos moralmente comprometidos?
En el complejo mundo de la política, nos encontramos con un fenómeno intrigante: ciudadanos que se consideran éticos y justos, terminan votando por líderes políticos que distan mucho de reflejar esas cualidades. ¿Cómo es posible esta contradicción? La respuesta nos la brinda la psicología, la cual lleva décadas estudiando y explicando cómo los seres humanos somos capaces de racionalizar la incoherencia cuando nuestros intereses entran en conflicto con nuestros principios más profundos.
Desde mecanismos como la autoexculpación, el uso de eufemismos o la deshumanización del adversario, hasta el fenómeno del doble estándar y el razonamiento motivado, las personas encuentran formas de justificar sus decisiones políticas, incluso cuando estas contradicen sus propias convicciones morales.
El papel de la imaginación en el proceso electoral
Se creía que la imaginación era un espacio libre de sesgos, un lugar donde podíamos explorar posibilidades sin influencias externas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que incluso en el ámbito de la imaginación, nuestros sesgos políticos y morales siguen presentes.
Estudios en psicología cognitiva revelan que el pensamiento contrafactual, ese ejercicio de imaginarnos diferentes escenarios alternativos, se ve fuertemente influenciado por nuestras inclinaciones ideológicas. En lugar de ser una herramienta de aprendizaje, la imaginación se convierte en un mecanismo de defensa de nuestro grupo político.
La influencia de la narrativa moral en la imaginación política
Investigaciones han expuesto cómo demócratas y republicanos tienden a crear contrafactuales que refuerzan sus propias narrativas morales. Incluso cuando se les presentan escenarios hipotéticos que van en contra de sus intereses partidistas, los participantes tienden a dar más credibilidad a aquellos que respaldan a su facción política, ignorando la lógica y la probabilidad de los mismos.
Este fenómeno cobra mayor relevancia en tiempos de crisis política, donde la base de apoyo de un político recurre a la imaginación para construir realidades paralelas que defiendan la gestión actual, muchas veces mediocre o escandalosa. La fabricación de futuros distorsionados se convierte así en una estrategia para mantener la cohesión del grupo y proteger la identidad política.
Conclusión: la necesidad de una racionalidad política real
En un mundo donde la imaginación se convierte en una trinchera más de la polarización política, es vital tomar conciencia de cómo nuestros sesgos afectan incluso a nuestros pensamientos más creativos. Para recuperar algo de racionalidad en el ámbito político, no solo debemos enfrentar los hechos de manera objetiva, sino también examinar y sanear nuestras proyecciones futuras, liberándolas de los sesgos ideológicos que distorsionan nuestra visión del mundo.