El traslado de las pinturas de Sijena es un tema que va más allá de su viabilidad técnica. Es crucial que estas obras estén en óptimas condiciones, accesibles para el público y que reciban el tratamiento adecuado que la tecnología y la ciencia de la restauración pueden ofrecer en el siglo XXI.

El documento emitido por el Patronato del MNAC, si bien destaca la voluntad de cumplir con las sentencias judiciales, incluida la devolución de las pinturas a Sijena, plantea dudas sobre la forma en que se llevaría a cabo esta ejecución. Se menciona una ‘incidencia de ejecución’, que señala posibles riesgos en el proceso.

¿Deberían moverse las pinturas de Sijena?

Es relevante recordar casos como el ‘Guernica’ de Picasso o la Dama de Elche, obras que se han decidido no mover debido a riesgos similares. Es imprescindible que en este debate participen los expertos técnicos, quienes deben evaluar detenidamente la situación.

La importancia de los terceros expertos en la ejecución

La ley contempla la posibilidad de que sentencias relacionadas con el patrimonio cultural presenten complicaciones. En estos casos, la ejecución por terceros expertos, como el grupo propuesto por el MNAC, podría ser una solución viable. Es fundamental garantizar unas condiciones óptimas en todo el proceso.

Superando las pugnas territoriales

Es crucial que Aragón participe en el proceso de traslado de las pinturas de Sijena de manera equilibrada, evitando situaciones donde su voz quede minimizada. La neutralidad y ecuanimidad de los expertos son fundamentales para evitar conflictos políticos y centrarse en el cuidado del patrimonio.

El objetivo principal debe ser el cuidado y preservación de estas obras, recordando que somos simplemente custodios temporales de un legado cultural invaluable. Aprender de experiencias pasadas, como la del museo diocesano de Lérida, nos insta a actuar con responsabilidad y respeto por la historia.

En conclusión

El traslado de las pinturas de Sijena no solo debe ser factible desde un punto de vista técnico, sino que debe llevarse a cabo con el mayor cuidado y profesionalismo posible. La prioridad es garantizar la preservación de este patrimonio cultural para las generaciones futuras, dejando de lado las disputas territoriales y actuando en función de un bien común.