Al adentrarte en el centro de mayores de Sama Naharro, te encuentras con Julia Anaya, de 94 años, quien te recibe con sus ojos azules desde su sillón para revelarte que es poeta. Heredera de un tío escritor de Málaga, su pasión por las letras se refleja en un poemario que abarca desde versos a la Virgen hasta reflexiones sobre la contaminación global. Pero más allá de su faceta como poetisa, su mayor orgullo radica en ser madre de nueve hijos. «Tengo nueve hijos, 22 nietos y diez bisnietos», presume con una sonrisa llena de vivencias.

Julia, la decana de este acogedor centro de mayores ubicado en el corazón de Córdoba, entre los barrios Huerta de la Reina y El Tablero, ha encontrado en este espacio un verdadero «refugio contra el calor». En medio de una ola de altas temperaturas, este centro se convierte en un oasis para aquellas personas mayores que necesitan resguardarse del intenso calor veraniego.

Un hogar lleno de historias y complicidad

Para estas mujeres, en su mayoría viudas y residentes de los apartamentos de Vimcorsa, este centro es mucho más que un lugar de recreo. Se han convertido en una familia unida por lazos de amistad y compañerismo. María Sanmartín, de 86 años, comparte cómo juntas se apoyan, juegan, ríen y cantan en un coro rociero. Ella, madre de cuatro hijos y amante de la pintura, es admirada por sus compañeras, quienes la consideran una maestra en el arte del dibujo.

Entre anécdotas y bromas, estas encantadoras mujeres disfrutan de la frescura del lugar, desafiando el sofocante calor exterior. Con actividades que van desde la costura hasta el canto, cada día es una oportunidad para compartir, aprender y, sobre todo, sentirse acompañadas en un ambiente acogedor y estimulante.

Un remanso de alegría y entretenimiento

Araceli Galisteo (83 años) y Carmen Montero (84) relatan con entusiasmo su rutina diaria en el centro. Después de desayunar juntas y evitar el calor del mediodía, participan en diversos talleres donde la diversión y la creatividad son protagonistas. Aunque falten monitores de gimnasia, no hay espacio para el aburrimiento. Entre costuras, bordados y risas, la tarde se convierte en un momento de disfrute y aprendizaje constante.

Incluso en pleno verano, Puri Romero (91 años) menciona que el coro rociero sigue ensayando, demostrando su pasión por la música y la camaradería. La diversidad de procedencias y experiencias se entrelaza en este espacio único, donde la calidez humana es la verdadera protagonista.

Un lugar que va más allá de las paredes del hogar

Desde distintos barrios de Córdoba, mujeres como Pilar Muñoz (73 años) encuentran en este centro un refugio para compartir, aprender y disfrutar en compañía de amigas entrañables. A pesar de las altas temperaturas, la alegría y la vitalidad reinan en cada rincón, creando un ambiente donde la soledad no tiene cabida.

Con historias de vida únicas y un espíritu indomable, estas mujeres demuestran que la edad es solo un número y que, en un lugar como el Centro de Mayores de Sama Naharro, el tiempo se convierte en un aliado para vivir plenamente y sin límites.

Una conclusión llena de calidez y esperanza

En medio de la ola de calor, el Centro de Mayores de Sama Naharro se erige como un bastión de amor, compañerismo y alegría para aquellos que buscan refugio tanto del clima inclemente como de la soledad. En cada rincón de este hogar, se teje una red de historias, risas y complicidad que demuestran que, sin importar la edad, siempre hay espacio para la amistad y la felicidad compartida.

Julia, María, Puri, Araceli, Paqui, y tantas otras mujeres, nos enseñan que la verdadera riqueza se encuentra en los pequeños momentos de conexión y en la generosidad de compartir experiencias. En un mundo que a veces puede parecer frío y distante, lugares como este nos recuerdan que la calidez del corazón humano es la chispa que ilumina incluso los días más oscuros. Bienvenidos al hogar donde el calor se mide en sonrisas y el tiempo se detiene para celebrar la vida en su máxima plenitud.