Rodrigo Duterte, el presidente con licencia para matar
La polémica figura que ha marcado Filipinas con su controvertida gestión
La impactante declaración de Rodrigo Duterte durante un acto de campaña en 2016, en la que prometió dar carta blanca a militares y policías para matar a personas, marcó el comienzo de una presidencia llena de controversia y violencia. Con un pasado como alcalde de Davao, donde se ganó el apodo de ‘el castigador’, Duterte llevó su política antidrogas a niveles extremos una vez en el poder, desatando una ola de ejecuciones extrajudiciales a lo largo y ancho del país.
Las cifras de muertes vinculadas a la guerra contra las drogas liderada por Duterte son estremecedoras, con más de 6.600 personas fallecidas en operativos antidroga y operaciones extrajudiciales durante su mandato. Estas cifras, sin embargo, podrían ser mucho mayores según organizaciones locales, que hablan de más de 30.000 víctimas en total. Entre ellas se encuentra Love-Love, cuyos padres fueron asesinados brutalmente en el marco de esta guerra despiadada.
El impacto de la guerra contra las drogas
El libro ‘Que alguien los mate’, escrito por la periodista filipina Patricia Evangelista, revela historias desgarradoras de familias destrozadas por la violencia desatada por Duterte. Evangelista, una reportera curtida en la cobertura de sucesos violentos, se sumerge en relatos que ponen de manifiesto la tragedia y el sufrimiento de aquellos afectados por la incesante guerra promovida por el presidente.
Las acciones de Duterte han sido cuestionadas a nivel internacional, llegando a ser detenido por la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Se le acusa de dirigir Escuadrones de la muerte en Davao y de ser responsable de numerosas muertes durante su mandato presidencial. A pesar de las acusaciones, Duterte ha defendido su postura de manera inquebrantable.
El papel de la prensa en medio del caos
Patricia Evangelista, a través de su labor periodística, busca dar voz a las víctimas y humanizar sus historias en medio del conflicto. En un país donde la impunidad y la corrupción han minado la confianza en las instituciones, la figura de Duterte surgió como un supuesto salvador que prometía erradicar males profundos como la corrupción y la delincuencia en un corto plazo.
La contranarrativa del gobierno, justificando las acciones represivas como necesarias para combatir el crimen, encontró eco en una población desesperada por un cambio radical. Sin embargo, casos como el asesinato de una madre y su hijo a manos de un agente de policía pusieron en evidencia la brutalidad de la represión, generando un cuestionamiento interno en la sociedad filipina.
Reflexiones finales
La detención de Duterte por la CPI representa un hito en la lucha por la justicia en Filipinas, aunque para muchas familias afectadas por la violencia, la pérdida y el dolor persisten. La devoción ciega de parte de la población hacia el expresidente refleja la complejidad de un país marcado por la violencia y la esperanza de un cambio real.
En definitiva, la presidencia de Rodrigo Duterte deja un oscuro legado de muerte y sufrimiento en Filipinas, pero también plantea interrogantes sobre la fragilidad de las democracias frente a líderes autoritarios y las consecuencias de confiar en figuras que prometen soluciones drásticas a problemas complejos.