Jerez se entrega al embrujo flamenco-soul de Pitingo
Una noche inolvidable en el Tío Pepe Festival
La oscuridad arropó Jerez como un manto de terciopelo, lento, solemne y con duende. En el Patio de la Tonelería del Tío Pepe Festival, el ambiente vibraba con expectación. Y en ese instante, el eco flamenco resonó con fuerza: ‘Las doce acaban de dar’, de Camarón, se coló a capela. Pitingo, con el alma en la voz, homenajeaba al mito anticipando una noche sin etiquetas, donde lo más profundo del cante se fusionaría con la esencia del soul, nacida en el cruce entre jondura flamenca y coros góspel.
Entre vítores, aplausos y miradas centelleantes, el cantante expresaba su emoción: «Viva Jerez de la Frontera, viva Andalucía y viva la buena gente como ustedes. Hoy es un día especial porque no todos los días se canta en Jerez y en este festival con artistas de todo el mundo es un honor. Vamos a disfrutar de esta noche». Con estas palabras, rompía el silencio para dar paso a una velada única.
El encuentro entre lo flamenco y lo soul
Los acordes de ‘Con los años que me quedan’, de Gloria Estefan, pronto inundaron el recinto con una dulzura renovada. La versión exclusiva, aún inédita, fue recibida por los jerezanos con un caluroso aplauso. Bajo su característico estilo, denominado ‘Gospelería’, Pitingo erigió una fiesta gitana con esencia afroamericana. Bulerías impregnadas de espíritu gospel, un espectáculo inclasificable donde Aretha Franklin y Camarón parecían viejos amigos.
La banda, compuesta por más de diez músicos y coristas entregados, brindó un primer interludio instrumental que por sí solo fue una celebración enérgica y contagiosa.
La fiesta de Pitingo
El cantaor regresó al escenario con un nuevo atuendo y un brillo aún más intenso en la mirada, acompañado por su primo Fernando Soto. Juntos entonaron ‘Limosna de amores’ con una complicidad que trascendía las tablas. Entre canción y canción, compartieron una anécdota sobre un viaje a Chicago que desató risas sinceras en el público.
El ambiente se impregnó de soul con ‘Stand by me’, coreada por los asistentes como un himno secreto. Momentos emocionantes llegaron con ‘I just called’, iluminada por las linternas de los móviles creando una atmósfera mágica y llena de cariño.
El clímax emocional y flamenco
Con ‘Cucurrucucú paloma’, solo acompañado por una guitarra, Pitingo arrancó lágrimas y suspiros, culminando en una ovación que rompió el protocolo de las butacas: todos de pie, aplaudiendo por bulerías. La velada se adentró en el fandango de Huelva, intensificando el carácter flamenco.
Los temas más reconocidos de Pitingo —’Puro Dolor’ y ‘Lucha por su dinero’— desataron una verbena emocional. La fiesta estalló con ‘Rescue me’ y ‘Guantanamera’, generando una competición amistosa entre sectores del público por demostrar quién cantaba con más pasión.
El broche de oro y la devolución del alma
La recta final se acercaba con ‘Kimbara’, pero Pitingo, sabiendo que el arte no se limita por minutos, regresó al escenario. Junto al público, entonó ‘Killing me softly’ antes de presentar a cada uno de sus músicos en un gesto de gratitud. El punto culminante fue una bulería colectiva que reflejaba el espíritu y el alma entregados por Pitingo en Jerez, recibiendo a cambio una devolución multiplicada por mil de la esencia jerezana.