Bélgica se divide en muchos asuntos, donde «la mitad del norte, rica, acomodada, conservadora» y la mitad del sur, más pobre y progresista, se sitúan en lados opuestos. Flandes y Valonia representan esta división. En las elecciones generales recientes, esta división se intensificó, con preocupaciones sobre la extrema derecha en el norte y un buen desempeño del Partido de los Trabajadores en el sur. Sin embargo, ninguno de los dos logró lo esperado. La N-VA, los nacionalistas flamencos, obtuvieron una victoria en Flandes y a nivel federal, evitando el triunfo del Vlaams Belang.
La N-VA espera aprovechar su éxito electoral para regresar al Gobierno federal, buscando aliados que no incluyan al Vlaams Belang. A pesar de haber rechazado la visión radical de este último, la N-VA sigue promoviendo un mayor poder para Flandes. Es probable que las negociaciones para formar el próximo Gobierno federal resulten en una coalición más de derecha, liderada por la N-VA.
Por otro lado, el Vlaams Belang ha regresado con fuerza a la política flamenca, a pesar de no ganar en las elecciones regionales. Este partido de extrema derecha ha ganado apoyo en las elecciones europeas, presentándose como conservador pero con elementos radicales en su interior. Otros partidos también han experimentado cambios en sus resultados a nivel federal, reflejando las diferencias entre las regiones de Flandes y Valonia.
En resumen, las elecciones en Bélgica han consolidado la presencia de partidos de diversos espectros políticos en distintas regiones del país, con la N-VA y el Vlaams Belang destacando. La formación del próximo Gobierno federal será un proceso complejo y probablemente resulte en un Ejecutivo más inclinado hacia la derecha.
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