Historia de Amor con una Lavadora
Una vida sin lavadora parece algo improbable hasta que no la tienes o se estropea. Esto me llevó a visitar una tienda de electrodomésticos el martes por la tarde. Algunos clientes de esta tienda salen muy satisfechos, y no tienen reparos en decir: «Yo no soy tonto.» La tienda empieza con «Media» y acaba con «Markt.»
### Descripción de la Tienda
Después de deambular entre las lavadoras y leer etiquetas como si las entendiera, una dependienta se acercó para preguntarme qué buscaba. Le respondí que necesitaba una lavadora que no fuese muy cara. Ella me llevó a una especialmente rebajada, de una marca conocida y con capacidad para 10 kilos de carga. Sin embargo, su categoría de eficiencia energética era B, no A. La dependienta me aseguró que A y B eran lo mismo.
### El Esperar
No eres el único que espera una llamada. Illa espera la llamada de ERC; Irene, la de Yolanda; Puigdemont, la de Pedro. Io también esperaba la llamada para la entrega de la lavadora. A pesar de que me habían dicho que el repartidor vendría «de las tres en adelante,» nadie me llamó. No me desesperé, sabiendo que no estaba solo en esta situación. Aquella tarde fue como esperar la llamada de alguien que te gusta, con la diferencia de que no había-smartphones entonces y se hacían llamadas patéticas para asegurarse de que había línea.
### El Final
No me dieron las llamadas esperadas y mi móvil no se activó con un número desconocido. La horquilla era demasiado amplia, por lo que decidí no reclamar la entrega. Preferí que nuestra relación no fuese tóxica, más allá de su B en eficiencia energética. Empecé una relación epistolar con la lavadora, y esperaba que me respondiera. Finalmente, recibí una llamada desde un número desconocido dos días después. Era la lavadora.