Una vez regrese el fútbol al Metropolitano, cuando Simeone observe las opciones que se le presentan para cambiar el rumbo del partido, habrá un enorme hueco en el banquillo del Atlético de Madrid. Un vacío difícil de llenar que deja la marcha de Ángel Correa, que pone fin a diez años defendiendo la camiseta rojiblanca para marcharse al Tigres mexicano.

Siempre desde un segundo plano, rara vez ocupando portadas o titulares, pero la entidad colchonera se despide de su revulsivo de oro. Los 469 encuentros que disputó en el Atlético, de los cuales casi la mitad llegaron desde el banquillo, le convierten en el sexto jugador, y el segundo extranjero, con más partidos en la historia del club.

Una década de entrega y magia

Aterrizó en Madrid como un desconocido veinteañero procedente de San Lorenzo, y se acostumbró a comenzar cada una de sus diez temporadas como suplente. Una circunstancia que nunca importó a Correa, siempre dispuesto a revolucionar el partido con los minutos que le ofreciera Simeone, fueran treinta, diez o el descuento.

Lo que provocaba que, a pesar de los nombres de los teóricos titulares, el argentino se adueñara de un sitio indiscutible en el corazón de la afición y en la estrategia del equipo.

Legado en números

Son 88 goles, además de 65 asistencias, los que aportó para que el Atlético sumara a su palmarés una Liga, una Europa League y una Supercopa de Europa. De entre todos ellos, muchos salvadores y agónicos, son dos los que permanecerán en los anales de la historia del club: el último disparo que perforó las redes del Vicente Calderón y el tanto que inició la remontada en Valladolid que proclamó a los rojiblancos campeones ligueros.

Adiós a un Ángel

«Desde el Atlético de Madrid queremos agradecer a Ángel Correa su dedicación y esfuerzo durante todos estos años en nuestro club y le deseamos mucha suerte en sus futuros retos personales y profesionales», concluyó el comunicado del club, al que acompañó en redes sociales un vídeo rememorativo titulado ‘El Ángel del Atleti. Nuestro Angelito’.