Bruselas propone un impuesto a las empresas que facturen más de 100 millones al año
Una medida controvertida que sacude el panorama económico europeo
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado un ambicioso plan financiero para el período 2028-2034, con un presupuesto de 2 billones de euros. Este presupuesto histórico incluye un significativo aumento de los gastos militares, ascendiendo a 131.000 millones de euros, así como la propuesta de nuevos impuestos para garantizar recursos adicionales propios.
Una propuesta innovadora y desafiante
La propuesta implica la fusión de la Política Agrícola Común y los fondos regionales de cohesión, limitando los subsidios agrarios a las ayudas directas. Esto obligaría a los países miembros a financiar ciertas políticas que la Comisión planea abandonar. Por otro lado, se destinarán más de 400.000 millones de euros para impulsar la industria europea a través de la descarbonización y aumentar su competitividad.
Impuestos para la recuperación pospandemia
Para recaudar los recursos necesarios, la Comisión propone la implementación de tres nuevos impuestos dirigidos a residuos eléctricos, productos del tabaco y empresas de la UE que superen los 100 millones de facturación anual. Estos ingresos se destinarán a saldar la deuda pos-COVID, estimada entre 25.000 y 30.000 millones de euros al año.
Reacciones y desafíos por delante
La propuesta ha generado tensiones tanto en la Comisión como en el Parlamento Europeo, donde se espera una tramitación complicada. Mientras que algunos eurodiputados cuestionan la falta de consulta previa sobre la creación de nuevos impuestos, los gobiernos nacionales expresan su descontento. Berlín, en particular, ha manifestado su oposición al considerar el presupuesto demasiado elevado dadas las circunstancias actuales.
Un horizonte de incertidumbre y negociación
A pesar de las críticas y desafíos planteados, la propuesta de Von der Leyen tiene como virtud el tiempo disponible para la negociación, ya que la implementación no será inmediata. Es evidente que el camino hacia la aprobación será arduo y requerirá concesiones por ambas partes, pero aún queda margen para ajustes y acuerdos.
En resumen, la propuesta de Bruselas para imponer un impuesto a las grandes empresas europeas representa un cambio significativo en el panorama económico del continente. La búsqueda de recursos adicionales para la recuperación pospandemia y el impulso a sectores estratégicos marcan un camino desafiante pero necesario para la estabilidad y el desarrollo de la Unión Europea en los próximos años.