Al cumplirse una semana de choques armados en la ciudad siria de Sueida, habitada por la minoría religiosa drusa, la región vive una calma tensa tras el anuncio de un alto el fuego impuesto por el Gobierno de Damasco. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, el número de muertos asciende a 1.120, siendo la mayoría de las víctimas drusos, tanto milicianos como civiles.

Los drusos, que mantienen lazos estrechos con los drusos de Israel, exigen ser respetados y protegidos ante el nuevo Gobierno islamista suní de Damasco. Temen convertirse en las próximas víctimas de las operaciones de venganza del régimen, que ya ha atacado a otras minorías religiosas.

Las demandas de los drusos

En el corto plazo, los drusos piden que se les devuelvan los heridos y prisioneros para respetar la tregua. Además, exigen garantías de autonomía política y seguridad a largo plazo, algo que anteriormente les proporcionaba la dictadura siria de los Assad.

Los objetivos del Gobierno de Damasco

El Gobierno de Ahmed al Sharaa busca reprimir cualquier intento de rebelión contra la unidad política de Siria, amenazando a las minorías religiosas para imponer su autoridad. A pesar de su postura islamista, necesita proyectar una imagen moderada ante la comunidad internacional para reconstruir el país tras años de guerra civil.

La intervención de Israel

Israel ha comenzado a distribuir ayuda humanitaria entre los habitantes de Sueida y ha asumido un compromiso de protección hacia los drusos. Existe una amenaza implícita de nuevos ataques en caso de intentos de control por parte de los beduinos o las fuerzas de Damasco.

El rol de Estados Unidos

Estados Unidos ha llamado a la tregua y a la desescalada del conflicto, decepcionado por la interrupción de los acercamientos entre Siria e Israel. Aunque ha levantado sanciones financieras para permitir a Siria acceder a los mercados, no descarta volver a imponerlas en el futuro.

Conclusión

La tensa tregua entre drusos y beduinos en el sur de Siria refleja un complejo escenario político y religioso que amenaza la estabilidad de la región. Mientras los drusos buscan proteger sus derechos y autonomía, el Gobierno de Damasco intenta imponer su autoridad a toda costa, desafiando incluso a potencias como Israel y Estados Unidos. El desenlace de esta situación sigue siendo incierto, pero una cosa es clara: la paz en Siria sigue siendo un anhelo lejano en medio de intereses enfrentados y tensiones latentes.